Mi polla estaba durísima. La punta rezumaba líquido preseminal y brillaba ante las velas de la habitación. Manché el muslo de M con ella y pinté su piel recorriendola por el lateral.
-Mira lo dura y mojada que has puesto mi polla- dije.
Pegué mi cuerpo, mi pelvis a ella lo más que pude para restregar mi rabo duro sobre ella, para que sintiera mi erección en su piel. Me movía de un lado a otro haciendo que mi polla subiera y bajara. Después me puse de rodillas un poco más arriba, pasados los cojines, y froté sus tetas con mi polla. Cogí fuerte sus tetas y las restregué contra mi polla.
-Mira como me tienes, joder- volví a comentar.
Me puse en pie sobre la cama, un poco más arriba, pasados los hombros, y tiré del pelo de la chica para liberar su cara de entre sus brazos. Mi pene, duro y cargado, se elevaba sobre su rostro amenazante. El antifaz evitaba que pudiera verlo, pero mi mano empujó la polla contra sus labios y ésta no dudó en saborear, como si fuera una nueva fresa cremosa. Se relamió después de sacar mi glande de su boca. Tenía la cara manchada de chocolate, algo de mis fluidos y algo de saliva. Le di un beso muy intenso provocando un torbellino de lengua en su boca, asegurándome de que salivara.
Volví a salir de la cama y a dirigirme a los cajones. Tenía un portátil guardado en hibernación. Lo encendí y busqué un vídeo pornográfico específico, uno que sabía que le gustaba mucho. En él, un pedazo de tio de 1,90 metros metía su pollón dentro de una chica del tamaño de M y no paraba de follarla como un salvaje hasta 25 minutos después. M conocía ese vídeo, le gustaba verlo cuando yo no estaba en casa. Hoy no lo podría ver, pero lo iba a escuchar. Escucharía los gemidos de verdadero placer que emitía la dominada y taladrada mujer que aparecía. Escucharía los jadeos y bufidos que ese hombre enorme soltaba en cada clavada. En el porno hay chicas que fingen y chicas que disfrutan. Ésta disfrutaba, mucho.
-Escucha como goza la zorra esa cuando le clavan tu pollón favorito- le dije al oido y, seguidamente, inicié el reproductor.
De nuevo palmeé su coño caliente con la mano y agarré sus tetas, las apretaba haciéndolas mias. Azoté sus pezones con mi polla, su culo con mis manos, mordí su espalda con suavidad, mordí sus nalgas, froté su rajita.
Me coloqué detrás de ella, en línea con su espalda. Pasé mi rabo duro por una nalga, por la otra, por entre ambas, apretando fuerte para notar su ano, para que sintiera los labios de su coño abrirse y cerrarse al paso del glande. Flagelé su clítoris con mi polla.
-¡Métela!- me dijo.
Volví a azotarle el coño con ella, más rápido, más veces. Después coloqué el tronco de mi polla en línea con la hendidura que forman su coño y sus nalgas, me sujeté fuerte a sus caderas y comencé a frotar hacia arriba y hacia abajo. Masturbaba mi polla con su coño y con su culo pero sin clavarme, sin llenar su vacío.
-¡Métela jodeeeeeeeeeerr!- gritó mientras empujaba hacia atrás.
Empecé a frotarme más fuerte, más intensamente, a pasarle mis pelotas por el coño afeitado y volver a pasarle el tronco de mi rabo posteriormente. Mi polla estaba llena de sus flujos, empapada. Movía mi cadera fuerte hacia delante con ella, manteniendo la unión pero sin meterme en su vagina.
-¡Jodeeeeeeeeeeerrrrr cabrón, FO-LLA-ME!- sonó desesperada.
-Qué buena estás, pedazo de zorra- fue mi respuesta, manteniendo la paja que estaba haciéndome con ella, con su culo, con su coño.
La guarra del vídeo gemía y disfrutaba como si no hubiera un mañana. M, tenía sensaciones contradictorias. Todo el placer que recibía chocaba con la necesidad imperativa de ser follada, de ser rellenada. Se había corrido varias veces pero no tenía lo que necesitaba, tiraba del cabecero, me llamaba hijo de puta y se corría cuando volvía a comerle el coño.
Dispuse mi polla en su estrecha y empapada puerta. Mi glande apuntaba turgente. Comencé a masturbarme con ganas, pensando en ella, en la situación y en la guarra del vídeo. Mi mano recorría mi polla y golpeteaba el coño de M cuando llegaba a la punta, haciendo que ese golpeteo fuese continuo. Ella intentó tirar del cabecero y clavarse en mi estaca de carne, pero no pudo. Fue entonces cuando pudo escuchar un "Me corro, joder" proveniente de mi voz. Un intenso placer recorrió mi cabeza y 2, 3, 4 fuertes chorros de esperma salieron escupidos de mi interior e impactaron en la vulva de M. Tan fuertes fueron que ellos sí llegaron a entrar en la vagina hambrienta. De nuevo froté con firmeza los labios de aquel coño aún nervioso y, ésta vez sí, hundí mis dedos mojados en esperma dentro de él al mismo tiempo que mi pulgar empujaba en su ano. Vibré la mano dentro hasta que un nuevo orgasmo sobrevino en M.
Estaba extasiada, reventada de la postura tan difícil que tenía, de los movimientos que hacía sin poder, de tantas endorfinas en su cerebro. Cerré el portátil y comencé a desatarla, empezando por las esposas, sin quitarle el antifaz. Retiré también los cojines y se quedó tumbada sobre el colchón sin decir nada, esperando a caer en los brazos de Morfeo. Creo que fue ese sueño lo que evitó que me llevara un merecido guantazo en la cara.
Mañana le daré polla de verdad. Se la merece.
Este obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
-Mira lo dura y mojada que has puesto mi polla- dije.
Pegué mi cuerpo, mi pelvis a ella lo más que pude para restregar mi rabo duro sobre ella, para que sintiera mi erección en su piel. Me movía de un lado a otro haciendo que mi polla subiera y bajara. Después me puse de rodillas un poco más arriba, pasados los cojines, y froté sus tetas con mi polla. Cogí fuerte sus tetas y las restregué contra mi polla.
-Mira como me tienes, joder- volví a comentar.
Me puse en pie sobre la cama, un poco más arriba, pasados los hombros, y tiré del pelo de la chica para liberar su cara de entre sus brazos. Mi pene, duro y cargado, se elevaba sobre su rostro amenazante. El antifaz evitaba que pudiera verlo, pero mi mano empujó la polla contra sus labios y ésta no dudó en saborear, como si fuera una nueva fresa cremosa. Se relamió después de sacar mi glande de su boca. Tenía la cara manchada de chocolate, algo de mis fluidos y algo de saliva. Le di un beso muy intenso provocando un torbellino de lengua en su boca, asegurándome de que salivara.
Volví a salir de la cama y a dirigirme a los cajones. Tenía un portátil guardado en hibernación. Lo encendí y busqué un vídeo pornográfico específico, uno que sabía que le gustaba mucho. En él, un pedazo de tio de 1,90 metros metía su pollón dentro de una chica del tamaño de M y no paraba de follarla como un salvaje hasta 25 minutos después. M conocía ese vídeo, le gustaba verlo cuando yo no estaba en casa. Hoy no lo podría ver, pero lo iba a escuchar. Escucharía los gemidos de verdadero placer que emitía la dominada y taladrada mujer que aparecía. Escucharía los jadeos y bufidos que ese hombre enorme soltaba en cada clavada. En el porno hay chicas que fingen y chicas que disfrutan. Ésta disfrutaba, mucho.
-Escucha como goza la zorra esa cuando le clavan tu pollón favorito- le dije al oido y, seguidamente, inicié el reproductor.
De nuevo palmeé su coño caliente con la mano y agarré sus tetas, las apretaba haciéndolas mias. Azoté sus pezones con mi polla, su culo con mis manos, mordí su espalda con suavidad, mordí sus nalgas, froté su rajita.
Me coloqué detrás de ella, en línea con su espalda. Pasé mi rabo duro por una nalga, por la otra, por entre ambas, apretando fuerte para notar su ano, para que sintiera los labios de su coño abrirse y cerrarse al paso del glande. Flagelé su clítoris con mi polla.
-¡Métela!- me dijo.
Volví a azotarle el coño con ella, más rápido, más veces. Después coloqué el tronco de mi polla en línea con la hendidura que forman su coño y sus nalgas, me sujeté fuerte a sus caderas y comencé a frotar hacia arriba y hacia abajo. Masturbaba mi polla con su coño y con su culo pero sin clavarme, sin llenar su vacío.
-¡Métela jodeeeeeeeeeerr!- gritó mientras empujaba hacia atrás.
Empecé a frotarme más fuerte, más intensamente, a pasarle mis pelotas por el coño afeitado y volver a pasarle el tronco de mi rabo posteriormente. Mi polla estaba llena de sus flujos, empapada. Movía mi cadera fuerte hacia delante con ella, manteniendo la unión pero sin meterme en su vagina.
-¡Jodeeeeeeeeeeerrrrr cabrón, FO-LLA-ME!- sonó desesperada.
-Qué buena estás, pedazo de zorra- fue mi respuesta, manteniendo la paja que estaba haciéndome con ella, con su culo, con su coño.
La guarra del vídeo gemía y disfrutaba como si no hubiera un mañana. M, tenía sensaciones contradictorias. Todo el placer que recibía chocaba con la necesidad imperativa de ser follada, de ser rellenada. Se había corrido varias veces pero no tenía lo que necesitaba, tiraba del cabecero, me llamaba hijo de puta y se corría cuando volvía a comerle el coño.
Dispuse mi polla en su estrecha y empapada puerta. Mi glande apuntaba turgente. Comencé a masturbarme con ganas, pensando en ella, en la situación y en la guarra del vídeo. Mi mano recorría mi polla y golpeteaba el coño de M cuando llegaba a la punta, haciendo que ese golpeteo fuese continuo. Ella intentó tirar del cabecero y clavarse en mi estaca de carne, pero no pudo. Fue entonces cuando pudo escuchar un "Me corro, joder" proveniente de mi voz. Un intenso placer recorrió mi cabeza y 2, 3, 4 fuertes chorros de esperma salieron escupidos de mi interior e impactaron en la vulva de M. Tan fuertes fueron que ellos sí llegaron a entrar en la vagina hambrienta. De nuevo froté con firmeza los labios de aquel coño aún nervioso y, ésta vez sí, hundí mis dedos mojados en esperma dentro de él al mismo tiempo que mi pulgar empujaba en su ano. Vibré la mano dentro hasta que un nuevo orgasmo sobrevino en M.
Estaba extasiada, reventada de la postura tan difícil que tenía, de los movimientos que hacía sin poder, de tantas endorfinas en su cerebro. Cerré el portátil y comencé a desatarla, empezando por las esposas, sin quitarle el antifaz. Retiré también los cojines y se quedó tumbada sobre el colchón sin decir nada, esperando a caer en los brazos de Morfeo. Creo que fue ese sueño lo que evitó que me llevara un merecido guantazo en la cara.
Mañana le daré polla de verdad. Se la merece.
Este obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.