La mesa estaba repleta de vasos de plástico con restos de bebidas y botellas medio vacías. Los aperitivos salados estaban esparcidos por toda la tabla, fuera de sus correspondientes platos, y los ceniceros rebosaban de cenizas y colillas. Bajamos la música, pues habíamos dejado la medianoche bastante atrás. Mi cuerpo descansaba sobre el sillón, aún con un vaso en la mano y sin intenciones de soltarlo. Levanté un poco la mirada para comprobar que R y M aún seguían tras la mesa, echadas en el sofá y, probablemente, afectadas por el alcohol, al igual que yo.
R tenía un rubio noruego intenso acompañado de ojos claros como las aguas del mar del norte. De facciones suaves y labios carnosos, descansaba recostada sobre el sofá mientras daba buena cuenta de un plato lleno de maiz frito. A su lado estaba M, felina de ojos oscuros y mirada seductora. Limpiaba con una servilleta un par de gotas que se le habían caído en el escote al beber un sorbo del ron que su vaso contenía.
-¿Por qué no dejas que te limpie yo?- le dije.
-Hazlo, si te atreves- me contestó sonriendo.
-Me voy a tener que levantar... uff, creo que me lo he pensado mejor- le dije con una sonrisa.
-Yo lo haré- dijo R soltando el plato.
Cogió la servilleta que M tenía en la mano y la dejó sobre la mesa sin interesarse en dónde caería. Se incorporó sobre el sofá y acercó su cara al gran triángulo vacío de la camiseta de M y lamió el licor que se había escurrido entre sus pechos recreándose, absorbiendo cada gota que pudiera encontrar. M se rió, mostrando placer en su voz mientras la cabellera rubia de R tapaba el bello escote a mi vista. Se me abrieron los ojos llevado por la sorpresa y me levanté ligeramente del asiento, interesado en la escena que estaba presenciando. Ninguno se esperaba una reacción así. Quizás ni siquiera la propia R esperaba verse lamiendo pechos como una gata lame unas gotas de leche. Pero, a veces, el alcohol nos desinhibe y acabamos haciendo cosas que no sabíamos que deseábamos.
No quedaba más alcohol entre las tetas de M, así que R levantó la mirada y rió.
-Qué bueno estaba- comentó.
-Yo pienso lo mismo- dijo M, que la miraba sonriente a los ojos.
R cogió su vaso, que descansaba sobre la mesa, y bebió un trago derramando deliberadamente parte del líquido por las comisuras de sus labios. Los pequeños chorros cayeron por su cuello hasta llegar a la tela del vestido floreado que la cubría.
-Vaya, ahora me he manchado yo. Qué torpe soy- dijo juguetona.
-No te preocupes, yo te ayudo- se ofreció M complaciente.
M dirigió sus labios hacia el cuello mojado de R buscando la bebida. La boca de M pronto dejó de interesarse por el alcohol que mojaba la piel de R y comenzó a interesarse más por la piel en sí. M abría y cerraba sus labios sobre el cuello de la chica rubia mientras, al mismo tiempo, humedecía la zona con su lengua. R abrazó el cabello moreno y se dejó caer sobre el respaldo, sintiendo y disfrutando ese momento. Sin darse cuenta, sus pezones se habían endurecido y mostraban su relieve a través del vestido.
Sabían que yo estaba delante, mirando, disfrutando; pero no parecía importarles. Más bien parecían disfrutar poniéndome en tal tesitura. Mi corazón empezó a acelerarse y la testosterona comenzó a correr por mi cuerpo, encendiendo mi interior y despertando mi deseo sexual. Las chicas estaban ampliando sus actividades. Ya no sólo había labor bucal, sino que también las manos habían comenzado a trabajar. R sujetaba la cabellera de M mientras se besaban apasionadamente. Al mismo tiempo, cada una amasaba los pechos de la otra mujer, sintiendo el tacto de las hábiles manos en los senos suaves, cuyos pezones estaban ya sensibles y excitados.
Escuchaba cómo las chicas se saboreaban y gemían de placer al sentir el contacto íntimo. Imaginaba cómo de cachondas debían estar y me excitaba. Sin decirles nada, dejé que continuaran su recital hedonista mientras comenzaba yo el mio. Me quité la camiseta y desabroché el botón de mi pantalón. La cremallera hizo un característico ruido al bajar y el contenido de mi ropa íntima subió sin que nadie se lo pidiera, cubierto aún por la tela elástica de los boxers. Para entonces M ya se había quitado su camiseta y R la ayudaba con el sujetador abrazándola a la vez que no dejaba de lamer su piel, como una lapa que se aferra a una piedra y no quiere soltarla.
Las féminas, visiblemente excitadas y hambrientas, se percataron de mi actitud; aunque ni yo hice nada por evitarlo ni ellas pretendían que escondiese mis instintos.
-¿Qué haces, N?- dijo M con una mirada lujuriosa mientras R seguía pegada a su piel, deshaciéndose del sostén de la morena sin poner interés en dónde caería.
-¿Qué crees que hago?- contesté mientras frotaba mi falo de capilares llenos.
-Creo que te estás pajeando a nuestra costa- dijo ella.
-Así es. Y estoy disfrutándolo mucho, cariño- le dije.
Mi polla estaba muy excitada, alzada como el mástil de una bandera mientras yacía en el sillón con los pantalones a medio bajar. Quería subir más, ensanchar más e inflarse más. La chica rubia se puso en pie sobre el sofá y se quitó el ligero vestido con una facilidad pasmosa, descubriéndonos que no llevaba ninguna otra prenda debajo para tapar sus partes pudendas. Se sentó sobre el respaldo del sofá mientras se apoyaba en la pared trasera y abrió sus piernas depiladas mostrándome un rubio triángulo de vello corto que señalaba hacia abajo, hacia una rosada hendidura vertical en su carne. Me miró con cara lasciva, como si no estuviera completamente con nosotros.
-Qué duro estás- comentó la rubia sonriendo, que podía observarme bien desde su punto de vista privilegiado.
Seguidamente miró a los ojos de la chica morena y le pidió, con la mirada y una suave caricia, que le diera lo que deseaba. Ésta pareció entender a la perfección y se acercó sin levantarse hacia la flecha de vello rizado que custodiaban las esbeltas piernas. Podía ver cómo R miraba al cielo con los párpados cerrados sin poder cerrar la boca. Tapaba sus pechos con las manos, no por vergüenza, sino por sentir roce cálido sobre sus pezones. Su torso se retorcía y sus piernas daban algún temblor mientras el cabello de la chica morena tapaba la visión de aquella raja humedecida y sensible.
Masturbé mi virilidad tranquilamente, paladeando la escena sin prisa. Me encantaba ver el pelo oscuro caer sobre la espalda desnuda y sexy de aquella chica ofreciendo su lengua a un trabajo duro pero envidiable. Decidí que ya era hora de desprenderse del resto de trapos que estorbaban en mi cuerpo y planté mi cuerpo delgado completamente desnudo y erecto frente a ellas. Tenía los músculos en tensión y la mente llena de hormonas que me incitaban a ofrecerles lo mejor de mi. El miembro se sostenía por cuenta propia, con la punta enrojecida y una gran vena atravesándolo que no dejaba de bombear sangre.
Me acerqué a las ninfas hasta poder tocar el trasero, prieto bajo los vaqueros, de la chica de cabellos oscuros. Aún seguía frente a la rubia en su papel de felina obediente que lava a su cachorra. Por la expresión de la nórdica y la vibración de sus piernas pude imaginar que acababa de disfrutar de un orgasmo, probablemente muy placentero. Llevó una de sus manos hacia su parte baja con el fin de parar a la sedienta gata y calmar con paciencia su cuerpo y su mente.
La morena se volvió hacia mi, insatisfecha y con la boca llena de un líquido viscoso. Frente a ella estaba la rectitud de mi bastón y no dudó en chuparlo como si fuera un caramelo en cuanto lo tuvo al alcance. Sentí el cálido hueco y el sabroso masaje de su lengua en mi falo; me entraron ganas de follarme su boca de zorrita lujuriosa y viciosa.
R se había recompuesto y abrazaba a M por la espalda, mordiéndola y besándola por el cuello mientras ésta se entretenía en mi bajo vientre. Acaricié con cariño a ambas en los cabellos, sudorosos ya, mientras R buscaba la manera de eliminar el vaquero que le impedía morder otras carnes.
El botón se liberó; la cremallera bajó veloz; la tela se deslizó no sin dificultad por las piernas de la chica laboriosa y una de las manos de la chica rubia, llena de calidez húmeda propia, apartó el elástico tanga y comenzó a urgar en la oscuridad ardiente de la chica morena. Ella, satisfactoriamente perturbada por la mano amiga, detuvo la estupenda chupada y continuó con una masturbación distraída que supe comprender. Introduje el dedo índice entre sus labios y, lleno de saliva lo llevé a su pecho, donde sentí su erecto pezón vibrante por su movimiento irregular.
Pedí cariñosamente a M que se diera la vuelta para poder reventar su todavía cerrada rajita. Ella complació mi deseo y no la defraudé al introducir mi polla en su interior, acogedor como un baño caliente una tarde de invierno. Gimió de placer cuando sintió cómo se abría su vagina al avanzar, pero R acalló su voz con su mano mojada y aún cálida de las dos chicas. Subí una de mis piernas sobre el sofá y comencé a embestirla lentamente y en profundidad, recreándonos en las sensaciones. Pronto necesité darle más fuerte, más rápido. Comencé a jadear. Me encantaba estar dentro de ella abriéndola a mi paso, llenándola de carne. Ella comenzó a gemir más fuerte, a pedirme más, a mirar a R, que se masturbaba frente a nosotros, con vicio irrefrenable y a sentirse muy sucia.
-No pares, mmm- me pedía.
Gemía, pero no era seguido. Se entrecortaba porque estaba a punto de llegar el clímax. Lo noté y me excité aún más. R también se percató y morreó sus labios con M, mareando sus lenguas que se movían como olas en un mar tumultuoso. M no pudo esperar más y acabó corriéndose, temblorosa y extremadamente sensible emitiendo un contenido gemido final a través de los labios de R. Verla así hizo que yo tuviera que imitarla y, veloz, saqué mi miembro turgente de ella y descargué un largo chorro de semen abundante seguido de otros más cortos que cayeron sobre su espalda y su trasero, manchándola. El esperma caliente resbalaba por su espalda antes de que R se acercara para lamerlo...
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2 comentarios:
mmmmm deluxe..estoy cachonda sabes..por culpa tuya..
Ya era hora de que actualizaras grrr que te caneo en el culete..
Por cierto jamas me llego el ultimo correo tuyo o borraria sin querer :S o a saber..reenvia !! xd
a ver si actualizas el blog...
aunque sea un chiste ajaja
besos y gracias por visitarme.
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