Aunque N. estaba abstraída del mundo y centrada en nosotros, sabía que pasaban coches, motocicletas y camiones a toda velocidad, sabía que más de un conductor y pasajero vería la escena pornográfica que estábamos protagonizando y eso la animaba y le hacía disfrutar más el momento. Los camioneros tenían mejores vistas y durante más tiempo al llevar menor velocidad y a veces nos obsequiaban con un buen bocinazo después de habernos pasado que interpretábamos como un "gracias", "me gusta" o un "seguid así".
Sin embargo, no todo iba a ser tan maravilloso y fácil. Eso pensé cuando vi aparecer las dos enormes y sonoras motos de la Guardia Civil que aminoraron hasta detenerse a unos 20 metros por delante de nosotros. Nuestra fiesta peligraba pero M. instó a N. a continuar sin dejar de embestirla.
Los representantes del orden bajaron de sus corceles mecánicos ataviados aún con el casco y gafas de sol y se acercaron libreta en mano comentando palabras inaudibles entre ellos. La tensión del momento era grande pero a N. parecía no importarle viendo que se tragaba mi polla con más ganas que antes si cabe. Viendo yo que esto parecía acabarse y sintiendo la sed de N. y las ganas que ponía en extraer mis fluidos, le concedí el placer de llenarla con el semen que tan bien se había ganado. Mi polla explotó en su boca, la saqué mientras me corría y su cara recibió el segundo chorro, y el tercero. Un cuarto volvió a caer dentro de su boca mientras recogía mi glande enrojecido con su lengua lasciva.
Sentí el gran clímax que derivó en un alivio inmenso de toda la tensión que tenía acumulada. M. reincorporó a N. y justo llegaron los agentes de la Benemérita que observaban el panorama con incredulidad. M. estaba a medio desnudar, igual que yo, con una erección considerable y la polla empapada en los fluidos de N. Ésta, a su vez, estaba completamente desnuda salvo por las sandalias y no hacía ningún esfuerzo por intentar taparse las vergüenzas ni limpiarse la cara que acababa de recibir mi caliente descarga. Por mi parte, mi erección comenzaba a remitir y lo único que deseaba era limpiarme antes de que se resecara todo aquello, pero frente a la Guardia Civil era mejor siempre ser cautos y preferí no moverme esperando sus preguntas.
-Buenos días. Documentación, por favor- saludó uno de los guardias acompañando el saludo militar - ¿Saben ustedes que esto que están haciendo ustedes es escándalo público? Y encima en mitad de la carretera. Es algo temerario.
-Tenemos los papeles en el coche- respondió M.
-Ya lo imagino viendo la poca ropa que llevan encima- comentó el otro guardia mientras se sonreía- Vístanse por favor.
Fuimos a por las carteras en el interior del coche mirándonos con caras de niños traviesos entre nosotros. Es probable que el morbo nos costara algún dinero ese día. Uno de los guardias recogió los documentos y comenzó a anotar en la libreta. El otro no podía dejar de mirar a N. desnuda, se le iban los ojos irremediablemente. No era fácil resistirse ante aquel cuerpo y aquella cara, con la belleza típica del este de Europa.
-¿Cuánto cobra?- preguntó el guardia a la chica.
-No cobro nada- respondió N.
-Es mi novia- añadió M.
-¿En serio?
-Es cierto- añadí yo.
El agente uniformado se sorprendió con aquella respuesta inesperada. Sin duda la chica y la situación estaban encendiéndolo.
-Vamos a tener que multarles por esto. ¿No hubiesen preferido un hotel?
-El hotel ya lo hemos probado más veces y esto es mejor.
Ya estábamos vestidos de nuevo esperando a que los guardias terminaran su labor mirándonos y preguntándonos qué pasaría ahora. N. se limpió la corrida de la cara ante la mirada estupefacta de ambos agentes. Recogió el semen con la mano y se lo llevó a la boca sonriente. Le pasé un pañuelo de papel para terminar con el resto.
Los motoristas de verde se apartaron hasta donde no les escuchábamos y hablaron entre ellos, hablaron sobre lo guarros que éramos, sobre lo buena que estaba N., sobre nuestra poca vergüenza, sobre la envidia que nos tenían en cierta forma. Se acercaron al momento para darnos las "recetas".
-¿Saben? Mi chica siempre me ha dicho que le gustan los hombres uniformados- Se atrevió a decir M. A mi se me encogió el corazón porque palabras como esas pueden no llevar a buen puerto.
-No estará intentando sobornarnos...
-Yo no les he pedido nada a cambio. Sólo les digo que a N. le encantaría comerse sus pollas y ésta parece una buena oportunidad... si ustedes acceden.
Se miraron entre ellos más sorprendidos si cabe. Uno de ellos cogió al otro y se apartaron de nuevo.
-¿Qué hacemos tio?
-No me jodas, Paco...
Continuará...
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2 comentarios:
Estos de la meretérica siempre están fastidiando.Primero corta a la pareja feliz.Y para males... la prueba de la alcoholemia...
Espero continuación
Uffff, me gusta, me gusta :D
¡No puedo esperar a ver como continúa!
Seguro que me las apaño para evitar que nos pongan una multa ^_^
¿Pero... cómo sabías lo de los uniformes? xD
Besos, guapo :*
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