18 octubre, 2010

Un viaje movido (4)

- ¿Pero la has visto? Está buenísima y tiene pinta de ser un putón de cuidado. Estoy seguro de que la chupa mejor que muchas de las que he pagado. Es un ratito...

- Joder tio, que estamos de servicio, trabajando. Me vas a meter en un problema. Que hace poco lo arreglé con Paula. Menudo compromiso...

- Es verdad. Tienes razón. Pero es que estoy todo morcillón, ya no estoy concentrado. Al menos si la puta esta me alivia ya voy más relajado.

- Mira, haz lo que quieras. Yo te espero. No le diré nada a Ana, pero no me gusta. Espero que nadie se fije en esto, porque menuda vergüenza... Me quedo aquí a que termines.

Se acercó el Guardia Civil con paso firme, tampoco pretendía tardar mucho.

- Vale. No quiero negarle ese placer a la señorita- dijo Paco mientras sacaba su embrutecido falo entre el pantalón duro del uniforme.
No se había quitado el casco ni las gafas de sol. N. se tiró con ilusión hacia esa polla autoritaria y comenzó a disfrutar del sabor extraño. M, que aún no había sido satisfecho, se puso cerca de ella y bajó la cremallera para volver a sacar su polla necesitada. Sintió de nuevo el placer de la piel de N, cuya mano trabajaba con afán sobre la segunda polla, como si estuviera ordeñando una vaca.
- Qué guarra es tu chica- comentó sin ser capaz de disimular el placer.

Observé cómo el otro Guardia Civil estaba cerca de las motos, inquieto, mirando hacia el grupo lascivo. Parecía no saber dónde meterse. M, miraba a su chica cómo alternaba su boca de una polla a otra. Estaba chupando como una poseída y movía mucho la cabeza. Así mismo, el tal Paco no dejaba de mirar al cielo, sin duda creía estar acercándose a él. En ocasiones normales yo debería estar empalmadísimo y pajeándome viendo esa escena. ¡Qué coño! Estaría participando también. Pero aún era reciente el chorretón que había disparado y mi polla se mantenía inerte o apenas funcional.

Me acordé de que habíamos traido una cámara de fotos y pensé que quizás a los chicos les gustaría tener algunos recuerdos de este encuentro. Además estaba aburriéndome un poco de tanto mirar y poco actuar. Le dije al Guardia que no sacaría nada que lo pudiese delatar. Él estuvo de acuerdo, aunque tal y como estaba, le podría haber sacado fotos a su cara de cabrón satisfecho que no le hubiese importado. N salía preciosa desde atrás, en cuclillas con ese vestido ceñido y tapando con la cabeza las enormes pollas que estaba comiendo.

De repente veo al otro Guardia Civil viniendo hacia nosotros, muy acelerado. Pensé que le habría molestado algo y nos putearían, o que se llevaría a su compañero de repente. Sin embargo, se paró en seco frente a N haciendo corrillo junto a los otros dos chicos y sacó sorpresivamente un pedazo de rabo enorme. Menudo trabuco gastaba aquél hombre entrado en años. A N le golpeó la cara al girarse hacia él y le costaba trabajo metérselo en la boca. Los otros dos lo miraron con cierta congoja.

- ¿Qué?- respondió a las miradas - Vamos que tenemos que volver a patrullar.

N ordeñaba y chupaba todo lo que podía. Desde arriba se apreciaba su escote y su cara de guarra satisfecha. No podían evitar cogerle la cabeza cada vez que su polla era elegida para meterla en su boca y le daban un par de folladas. M llevaba mucha calentura encima y fue el primero que avisó, quería descargar y quería que ella lo viera.

Pero N no quería verlo, quería sentirlo. Abrió su boca frente a M y se dejó llenar de su semen. Estaba bien cargado y los primeros chorros salieron disparados sobre su cara. La vaciada de huevos fue tal que después le molestaban un poco. Al ver el espectáculo ninguno de los guardias civiles fueron capaces de aguantar mucho más e invitaron a N a que se girase hacia ellos. Ella no supo de dónde le venían. Los de verde comenzaron a correrse casi a la vez y la llenaron de semen por todas partes. El pelo, la boca, la cara, las tetas, el vestido... nada se salvó de la ducha. El último en incorporarse expulsó una cantidad importante y unos chorros muy potentes. N estaba encantada, sin duda. Sabía que aquellos representantes de la ley, que por unos minutos se habían pasado al lado contrario, tendrían varias horas de trabajo por delante; así que se afanó especialmente en dejar sus pollas limpias y satisfechas.

- Gracias a vuestra amiguita os libráis hoy de la multa - comentó uno de ellos cerrándose la cremallera mientras bufaba de placer.

Ambos corrieron hacia las motos a paso ligero y arrancaron con celeridad perdiéndose a nuestra vista. A N no se le borraba la cara de puta viciosa contenta y M puso cara de circunstancia cuando observó que hasta él también había llegado semen de uno de los guardias.

-Os van a encantar las fotos- les dije- por cierto, que uno de los guardias se ha llevado también un regalo tuyo, M.

Volvimos al coche entre risas. N aún no se había limpiado y ya disfrutaba mirando las fotos que había hecho. M conducía de nuevo, yo me senté en el asiento del copiloto y N se quedó el asiento trasero para ella sola. Nos dirigimos al siguiente cambio de sentido, directos a nuestras vidas diarias otra vez. No sin antes disfrutar de la tremenda masturbación que N se propinaba, gimiendo con todo detalle detrás de nosotros, con las piernas bien abiertas y los talones apoyados en los asientos traseros, pensando en las pollas que había chupado, en el semen que aún tenía y en lo puta que se sentía por todo aquello. M la miraba a través del retrovisor mientras yo no me perdía detalle girándome. No necesitábamos poner la radio, ella nos daba la mejor música que nuestros oídos podían escuchar.

-Cómo me pones, zorra.

Pulsé de nuevo el botón de la cámara de fotos.

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10 octubre, 2010

Un viaje movido (3)

Aunque N. estaba abstraída del mundo y centrada en nosotros, sabía que pasaban coches, motocicletas y camiones a toda velocidad, sabía que más de un conductor y pasajero vería la escena pornográfica que estábamos protagonizando y eso la animaba y le hacía disfrutar más el momento. Los camioneros tenían mejores vistas y durante más tiempo al llevar menor velocidad y a veces nos obsequiaban con un buen bocinazo después de habernos pasado que interpretábamos como un "gracias", "me gusta" o un "seguid así".

Sin embargo, no todo iba a ser tan maravilloso y fácil. Eso pensé cuando vi aparecer las dos enormes y sonoras motos de la Guardia Civil que aminoraron hasta detenerse a unos 20 metros por delante de nosotros. Nuestra fiesta peligraba pero M. instó a N. a continuar sin dejar de embestirla.

Los representantes del orden bajaron de sus corceles mecánicos ataviados aún con el casco y gafas de sol y se acercaron libreta en mano comentando palabras inaudibles entre ellos. La tensión del momento era grande pero a N. parecía no importarle viendo que se tragaba mi polla con más ganas que antes si cabe. Viendo yo que esto parecía acabarse y sintiendo la sed de N. y las ganas que ponía en extraer mis fluidos, le concedí el placer de llenarla con el semen que tan bien se había ganado. Mi polla explotó en su boca, la saqué mientras me corría y su cara recibió el segundo chorro, y el tercero. Un cuarto volvió a caer dentro de su boca mientras recogía mi glande enrojecido con su lengua lasciva.

Sentí el gran clímax que derivó en un alivio inmenso de toda la tensión que tenía acumulada. M. reincorporó a N. y justo llegaron los agentes de la Benemérita que observaban el panorama con incredulidad. M. estaba a medio desnudar, igual que yo, con una erección considerable y la polla empapada en los fluidos de N. Ésta, a su vez, estaba completamente desnuda salvo por las sandalias y no hacía ningún esfuerzo por intentar taparse las vergüenzas ni limpiarse la cara que acababa de recibir mi caliente descarga. Por mi parte, mi erección comenzaba a remitir y lo único que deseaba era limpiarme antes de que se resecara todo aquello, pero frente a la Guardia Civil era mejor siempre ser cautos y preferí no moverme esperando sus preguntas.

-Buenos días. Documentación, por favor- saludó uno de los guardias acompañando el saludo militar - ¿Saben ustedes que esto que están haciendo ustedes es escándalo público? Y encima en mitad de la carretera. Es algo temerario.

-Tenemos los papeles en el coche- respondió M.

-Ya lo imagino viendo la poca ropa que llevan encima- comentó el otro guardia mientras se sonreía- Vístanse por favor.

Fuimos a por las carteras en el interior del coche mirándonos con caras de niños traviesos entre nosotros. Es probable que el morbo nos costara algún dinero ese día. Uno de los guardias recogió los documentos y comenzó a anotar en la libreta. El otro no podía dejar de mirar a N. desnuda, se le iban los ojos irremediablemente. No era fácil resistirse ante aquel cuerpo y aquella cara, con la belleza típica del este de Europa.

-¿Cuánto cobra?- preguntó el guardia a la chica.

-No cobro nada- respondió N.

-Es mi novia- añadió M.

-¿En serio?

-Es cierto- añadí yo.

El agente uniformado se sorprendió con aquella respuesta inesperada. Sin duda la chica y la situación estaban encendiéndolo.

-Vamos a tener que multarles por esto. ¿No hubiesen preferido un hotel?

-El hotel ya lo hemos probado más veces y esto es mejor.

Ya estábamos vestidos de nuevo esperando a que los guardias terminaran su labor mirándonos y preguntándonos qué pasaría ahora. N. se limpió la corrida de la cara ante la mirada estupefacta de ambos agentes. Recogió el semen con la mano y se lo llevó a la boca sonriente. Le pasé un pañuelo de papel para terminar con el resto.

Los motoristas de verde se apartaron hasta donde no les escuchábamos y hablaron entre ellos, hablaron sobre lo guarros que éramos, sobre lo buena que estaba N., sobre nuestra poca vergüenza, sobre la envidia que nos tenían en cierta forma. Se acercaron al momento para darnos las "recetas".

-¿Saben? Mi chica siempre me ha dicho que le gustan los hombres uniformados- Se atrevió a decir M. A mi se me encogió el corazón porque palabras como esas pueden no llevar a buen puerto.

-No estará intentando sobornarnos...

-Yo no les he pedido nada a cambio. Sólo les digo que a N. le encantaría comerse sus pollas y ésta parece una buena oportunidad... si ustedes acceden.

Se miraron entre ellos más sorprendidos si cabe. Uno de ellos cogió al otro y se apartaron de nuevo.

-¿Qué hacemos tio?

-No me jodas, Paco...

Continuará...

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03 octubre, 2010

Un viaje movido (2)

M. se estaba ya muy inquieto sabiendo lo que se cocía en el asiento de atrás y no quería perderse la fiesta. Estábamos a pocos kilómetros de la próxima estación de servicio, pero no importaba. M. pulsó el botón de luces de emergencia y aminoró hasta detener el coche en el arcén.

-Vamos a salir para que recibas ración doble- comentó M.

Era una autovía y el arcén era bastante ancho. No había mucho tráfico pero tuvimos cuidado al salir. N. salió completamente desnuda del coche, sólo con unas sandalias romanas como calzado. Yo terminé de quitarme el pantalón y salí del coche empalmadísimo en una escena quizás más cómica que morbosa. Nos situamos delante del coche en un sitio donde la visibilidad era buena desde todos los puntos de la autovía tanto en nuestro sentido como en el opuesto, por lo que prácticamente todos los que viajasen hoy por la carretera podrían vernos. M. propinó un apasionado beso a N. nada más abrazarla mientras que ésta fue de inmediato a liberar la tensión que se acumulaba bajo sus pantalones. Se agachó y bajó el pantalón de su novio, un enorme pollón casi le golpea la cara. M se apoyó en el quitamiedos mientras N. le comía la polla como nunca, en cuclillas mientras se agarraba al culo de M. con una mano y a mi polla con la otra.

-Cómo chupa tu zorra tio, me encanta- le dije.
-Buff, es la mejor- replicó.

N. se sonrió, complacida por complacer, pero sin cesar su actividad. Sus ojos claros se clavaban en los nuestros mientras la polla de M. llenaba su boca sabiendo que estábamos a su merced. Pero eso no tardaría mucho en cambiar. Se merecía algo más que un manoseo y una comida de tetas o unas caras de placer. Me agaché y pasé mi mano por su espalda mientras besaba su cuerpo. La mano bajaba por su trasero prieto y abierto. Palpé su ano y lo acaricié para después alcanzar la humedad de su coño desde atrás.

-Levántate- le dije suave al oído mientras mi dedo tiraba de su coño hacia arriba y mis labios besaban su espalda. Sus piernas se estiraron pero su boca continuó enganchada a M. Me situé detrás y clavé mi carne dentro de ella con fuerza. Ya en la primera follada mi polla se empapó de fluidos y empecé a meterla y sacarla con fuerza sujetándola por las caderas y chocándome contra su trasero.

Un rato después nos cambiamos los puestos M. y yo. Así, mientras M. follaba y embestía a N. desde atrás, yo la sujetaba del pelo evitando que se atragantara. M. comenzó a abrir el culo de N. con los dedos mientras la follaba y yo le decía guarradas. "Eres un poco puta, ¿no te parece?, follándote a dos en mitad de la carretera" o "Me gusta que seas tan zorra" eran algunas de las lindezas que le solté.

-¿Quieres follarle el culo? Ya lo tiene preparado- me dijo M.

Continuará...

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