09 marzo, 2012

La visita

Aquella sensación siempre me había parecido algo desagradable. El momento de bajar, sentir que flotas pero no. Notar cómo los órganos se quedan en la misma posición, pero el resto de tu cuerpo baja durante los momentos previos al aterrizaje. Así como el despegue me ofrecía una sensación fantástica al pegarme al asiento, el descenso me daba náuseas. Miro por la ventanilla y veo pasar rápidamente la tierra mientras caemos de manera oblicua. Los neumáticos suenan al entrar en contacto con el asfalto de la pista y la velocidad se reduce considerablemente. Observo a lo lejos la pequeña terminal, pequeña comparado desde la que he partido. Leo "Santander" sobre el edificio gris azulado. Ya he llegado.

Nos conocimos en internet, pero ya no recuerdo cuánto tiempo atrás. Hemos hablado por teléfono, nos hemos pasado mensajes de texto, nos hemos enviado correos electrónicos, hemos chateado, nos hemos visto por webcam. Sólo quedaba el último paso, que era conocernos en persona. Después de tanto tiempo se hace extraño, después de tanto hablar y compartir momentos, después de tanto conocernos, quedan pocos secretos. Sin embargo, quedan muchas sensaciones que desvelar, quedan todas aquellas palabras que siempre deseamos convertir en hechos, en sonidos cálidos y aliento cercano.

Sólo llevaba equipaje de mano. Ya antes de partir me dio a entender que no haría falta mucha ropa para lo que ella tenía en mente. Bajé del avión y me dirigí a la terminal. Hacía un día fantástico, no hacía frío ni calor. La luz entraba brillante y el sol calentaba de manera agradable. Fui a la recepción de pasajeros y la localicé rápidamente, morena, sonriente, con ropa llamativa y un cartel que ponía "N". Mi anonimato echado por tierra, pero encantado de ello. Aligeré el paso y nos encontramos, fusionándonos en un abrazo intenso. Al fin.

- ¿Qué tal el viaje? - preguntó.
- Bien, corto, la verdad es que apenas me ha dado tiempo a darme cuenta. He tardado menos en venir aquí que en otros viajes.
(A sonrió)
- ¿Nos tomamos algo?
- De acuerdo, hay un sitio aquí.

Fuimos al otro extremo de la terminal, justo en la parte exterior a la zona de salidas. Sólo había un bar, con el aspecto típico de una franquicia que pretende evocar un ambiente tradicional. Nos pedimos unas cañas y unos pinchos para acompañar. Sin querer ni darnos cuenta, se hizo el silencio. Nos sonreimos. ¿De qué puedes hablar con alguien de quien sabes casi todo? ¿De qué hablar, si el mismo dia anterior ya estuvimos hablando? Peor aún, estuvimos hablando de lo que queríamos hacer, o hacernos. Había ido de turismo, pero el único territorio que pretendía explorar era el que guardaba A bajo la ropa, y ella quería ser mi guía.

- Estás más guapa en persona.
- Y tú.
- ¿También estoy más guapa?
- Sí.
(Nos reimos)
- Creo que el pincho va a ser poca comida- le digo mientras la miro de arriba a abajo, volviendo arriba, hacia los ojos.
- Puede ser...
- Tengo ganas de algo con más cuerpo- le digo, acariciando uno de sus pechos, realizando un círculo completo sobre él, sin vergüenza ninguna delante de todos aquellos desconocidos que no nos importaban en absoluto.

El corto tentempié, de repente, se vuelve una larga comida. La tensión sexual no resuelta llena el ambiente. Nos cubrimos con una burbuja de lujuria, ignorada por el resto de personas que nos rodean. El mundo se convierte en algo lento comparado con la actividad que hay dentro de nuestras mentes y nuestro cuerpo, dentro de nuestro sistema circulatorio. Nos miramos y sabemos lo que pensamos. Apenas nos hemos tocado, aún no nos hemos besado, y ya no sabemos dónde meternos. Bueno... yo sí sabía dónde quería entrar.

Nos terminamos el aperitivo apresuradamente y pagamos dejando una propina inmerecida. A me llevó al coche y nos dirigimos hacia el hotel donde me hospedaría. Aún no había hecho mi reserva, porque fue todo un poco improvisado, pero no era temporada alta, así que no estaba preocupado por quedarme sin habitación. Más me preocupaba si sería capaz, o si querría, controlarme durante el camino.

Lo cierto es que llevabamos mucho tiempo esperando, con muchas ganas de unir nuestros cuerpos, muchas ganas de darle "salami" como solía decirme. Las ardientes noches hablando en la distancia, las fotografías pornográficas dedicadas y las sesiones de masturbación compartida en la webcam vibraban en nuestra memoria y aparecían con intensidad, con la intención de actualizar y mejorar toda esa información.

Partimos. Voy de copiloto, mala suerte. Las vistas son preciosas, las que veo en el asiento del conductor más todavía. No tengo la obligación de ir atento a la carretera, lo que me deja la mente demasiado libre, en algo la tengo que ocupar.

- Dame conversación - me dijo.
- Otra cosa es la que quiero darte - respondí.
- Dime qué.
- Pollazos.

Nos hablabamos muy sucio, nos ponía mucho a los dos.

- Ya tengo ganas.
- No imaginas las que yo tengo - comento mientras me ajusto el paquete.
- Bufff... no hagas eso.
- O...
- Nos matamos si no estoy pendiente del coche.
- Se me está abultando y me molesta, pero podría ser aún peor.
- O mejor.

Desabroché el botón del pantalón y bajé la cremallera, no sin dificultad. Me levanté del asiento un poco y tiré del pantalón hacia abajo. La ropa interior estaba notablemente abultada. También la deslicé hacia abajo dejando ver mi pene cargado, pero aún a medio levantar. Comencé a tocarme.

- ¿Te gusta mi palanca de cambios? - no pude evitar bromear.
- - dijo tras mirar y sonreir ilusionada.

Empecé a masturbarme allí mismo, delante de ella, dentro del coche. Ella no pudo evitar curiosear el tacto de mi polla un par de veces. Se estaba poniendo muy cerda, lo estaba notando. No tardé en tener el falo realmente gordo y duro, empecé a controlarme porque no buscaba pajearme delante de ella. Eso ya lo había hecho muchas veces, aunque en persona era más morboso. Quería deslizar mi rabo dentro de ella, deslizarlo y moverlo fuerte y dejar que me exprimiese completamente.

- ¿Me vas a tener así todo el viaje o vamos a parar ya para que te folle como te mereces?
- Me lo estoy pensando - sonrió mordiendose el labio.
- Voy a ayudarte a pensar - dije mientras deslizaba mi mano izquierda por su muslo, buscando el hueco entre sus piernas. Noté un calor intenso con sólo acercarme.

A tomó la primera salida que encontramos, con dirección a ningún pueblo interesante y de carretera secundaria. El camino empezó a perder confort. Pocos coches se cruzaban, ajenos a nuestra burbuja lasciva, en una carretera sin carriles señalizados. Estábamos en mitad de la nada, en un paraje lleno de vegetación y junto a un bosque. Salimos por un camino de tierra y nos alejamos del asfalto en busca de mayor intimidad y comodidad.

Finalmente paró el coche, nos quitamos los cinturones de seguridad y comenzamos a besarnos mientras su mano se abalanzaba a pajearme. Su sabor era delicioso; su lengua, juguetona; su pasión, indescriptible. Mejor de lo que había imaginado. Recogí su larga melena mientras saboreabamos nuestros alientos y me separé de sus labios.

- Chupa.

Bajó directa y devoró mi miembro con hambre, con gula, haciendo las delicias de mi mente. Sentí que salía mi líquido preseminal pero ella lo lamía y lo mezclaba en su boca. Tuve que tirar del cabello para separarla del caramelo. Dos pollazos después, restregando mi carne sobre su rostro y mojandola con la mezcla brillosa, volví a invitarla a comer.

- ¿Quieres que te folle?
- Mmmm - dijo sin sacar mi polla de entre sus labios, lo que interpreté como un "por supuesto, ya".
- Salgamos del coche.

Terminé de quitarme el pantalón dentro del coche y salí con el calzado y la camiseta sólamente, todo enrabado y salivado. Ella salió y se arregló un poco el pelo. Nos movimos hacia la parte delantera del coche y nos abrazamos ardientes. Me pajeaba mientras yo le desnudaba el torso y liberaba sus tetas para comermelas inmediatamente después, apretando mi cara contra ellas y restregandome con los labios buscando cada centímetro cuadrado de piel y sujetandome a sus pezones con ellos.

Mientras devoraba sus tetas y ella manchaba sus manos con mis bajos, yo utilizaba las mias para liberarla del pantalón. Cayó el botón, rasgó la cremallera, sentí sus bragas al introducir mis manos tras la tela vaquera, su piel era tersa por todas partes, fantástica. Su sexo tenía algo de vello corto, pero sentía más piel y, sobre todo, lubricación. Usé mis dedos para excitar su clítoris moviéndome sobre él hacia arriba y hacia abajo, en círculos, con una presión controlada y, por el gesto de su rostro, agradable.

- Ponte mirando al coche y agachate - le pedí, aunque con ese tono pudo parecer una orden.

Apoyó las manos sobre la chapa pintada mientras yo me coloqué tras ella. Ajusté mi rabo entre sus nalgas y me froté contra ella mientras intentaba abarcar su culo en mis manos, lo cual era imposible y me encantaba que así fuera. Apreté con mis dedos sus carnes y azoté sus preciosas nalgas. Separé sus piernas todo lo que pude, como si fuera un policía cacheando a una atracadora, amenazando con la porra, azotando su raja empapada con la palma de la mano primero, con la polla durísima después para, finalmente, recorrer toda la raja de arriba hacia abajo buscando entrar.

Froté mi glande contra sus labios internos subiendo por ellos, pero no pude entrar, volví a bajar para repetir el movimiento, de nuevo infructuoso. Comenzó a pedirme desesperada que la follara, con impaciencia. El tercer movimiento fue definitivo, dilaté su interior y me clavé hasta que no pude entrar más, para inmediatamente después sujetarla por las caderas y taladrarla con potencia. Fuerte, rápido, duro. Sabía que era una mujer bastante orgásmica, pero no esperaba que alcanzara tan pronto el primero.

- Mastúrbate - dije mientras aumentaba el ritmo, sabiendo que no tardaría en aparecer un segundo.

Notaba su cuerpo moverse tembloroso, sus pechos botaban al ritmo al que yo llenaba su vagina caliente. Gemía sin miedo a ser escuchada mientras yo respiraba con fuerza y palmeaba con violencia su trasero. Noté cómo gritaba y se retorcía debido a un segundo orgasmo. Éste segundo fue más intenso y despertó en mi unas ganas tremendas de correrme.

- Me quiero correr en tus tetas, bufff - le dije apresurado.

Salí de su maravilloso horno y me retiré, estaba a punto de correrme. Ella se levantó y se dio la vuelta. Aún se estaba agachando cuando descargué el primer chicate sobre su vientre. Los demás sí fueron a parar a sus hermosas tetas, que estaban más blancas y brillantes tras otras tres descargas de semen. A se reía, contenta por haberse corrido, contenta por haber hecho que me corra, feliz por tener las tetas bañadas, y posteriormente restregadas, en leche. Sólo algunos segundos después pudimos respirar más relajadamente.

- Y sólo acabo de llegar, ¿cómo será el fin de semana?


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13 comentarios:

Nena_Virgen_23 dijo...

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Anónimo dijo...

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Lucy dijo...

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besosss

Lucy Caceres

LAÇOS DA ALMA dijo...

Me la piel de gallina todo nuestro rs rs
parabenos sus rincones y bellos
bjs

Anónimo dijo...

mmm.. bajar de un avión así si que tiene que molar..

Anónimo dijo...

A mi nunca me han ido a buscar al aeropuerto... una pena!!!

Juegos eroticos dijo...

Que buena narracion, esta genial tu blog

cherrybun_ dijo...

tu y esa forma de describir hasta lo mas basico... has hecho que quiera tener polla pa follarme a alguna!!! XD
o que me folles...siiii mejor que me folles!!!

besazos moreno! :*

MalagaSensual dijo...

Es un morbazo. Aunque la chica no sea exactamente lo que esperabas siempre son un morbazo estas cosas.

Yo también soy de la Costa de Sol y escribo un blog erotico, pasate si quieres y me cuentas que te parece:

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Gracias.

Nefelibata dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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Carla Mila. Escorts Madrid dijo...

Me encantó. Una pena que no sigas publicando. Ánimo y no lo dejes.