18 junio, 2006

En la biblioteca- Episodio 2

El sol empezaba a apretar. Por suerte, ya había llegado a la biblioteca. Examinarse en septiembre era algo que no me entusiasmaba, pero era mejor que tardar décadas en acabar la carrera. En verano, el calor impide que puedas concentrarte bien. La biblioteca tenía aire acondicionado. Era mucho mejor estudiar allí que en el piso. Además casi no hay ruidos. Era la menos mala de las opciones para que el estudio sea rentable.

Caminé por el pasillo principal hasta llegar a la puerta de la sala de lectura. No estaba preparada para esa sorpresa. Estaba otra vez ese chico allí. Me miró. No podía evitar mirarle a los ojos. No paraba de mirar a los mios. Tenía una mirada viciosa y profunda. Una mirada que no le gustarían a mis padres, mis hermanos o al párroco de una iglesia. Sin embargo, a mi me excitaba. Me sentía deseada y yo lo deseaba a él.

Estuve tentada de ponerme en su misma mesa. Pero la biblioteca estaba casi vacía y... quizás no fuera mala idea... pero había ido para estudiar. No debía distraerme. Pasé de largo su mesa. ¿Seguiría mirandome? Me coloqué de forma que pudierda verlo. Extendí los apuntes sobre la mesa. Me solté el pelo y me senté. Volvimos a mirarnos. Parecía que no pudieramos evitar las miradas. Parecía que quisieramos seducirnos el uno al otro. Ver quién temía más o ver quién deseaba más.

Hacía dos meses que no notaba esa mirada. Una mirada excitante, de puro vicio y deseo. Prefería esa mirada antes que mis apuntes. Me obligué a mirar mis apuntes; tenía que estudiar. Pero mi mente se resistía a leer o atender. Recordé cómo nos mirabamos dos meses atrás. Era la misma biblioteca pero con más gente, agobiada por los exámenes. Noté algo en él, pero yo no pensaba dar el primer paso. Si él no se atrevió a decirme nada, no sería tan hombre.

Volví a mirarlo. Me clavó su mirada profunda y sucia, chulesca. Me di cuenta de que mi corazón latía fuerte. Entonces noté cómo me calentaba, cómo me excitaba y me ponía nerviosa. Me sentía vulnerable. Deseaba ser vulnerable para él. Bajé la mirada. Mis ojos veían, pero mi mente no hacía caso. Estaba más pendiente de mis pensamientos.
Deseaba que él viniese y me hiciera suya. Deseaba que me desnudase y me hiciera su perrita. Quería que me montara, que fuese mi semental. ¿Cómo sería su polla? Deseaba sentirla dentro de mi vagina, frotando lo más profundo posible. Deseaba sentir su cuerpo empujarme. Quería ponerme a cuatro patas y empujarle para que su polla entrase con fuerza en mi. Quería que me abriese el coño con la polla bien gorda y dura.

Me di cuenta de que se me había ido totalmente la cabeza. Sentí húmedas mis braguitas. Mi clítoris y mis pezones estaban excitados. ¿Se habría dado cuenta?¿Se imaginaría que estaba fantaseando con él? No creo que lo haya notado; nos separa cierta distancia. Aunque sin sujetador...
Volví a mirarlo. Parecía inquieto. En cierto modo, yo debía parecerlo también; sobretodo después de lo que había imaginado. Me toqué la entrepierna y noté el pantalón un poco húmedo. Había calado más de lo que creía. Tendría que ir al cuarto de baño a secarme.

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