27 febrero, 2010

Chupapollas...

Había sido muy fácil convencerme. Me prometiste placer y fui incapaz de negarme. Me dijiste que sería una sorpresa y yo quise correr el riesgo. Me dijiste que me dejara hacer y confié en tus palabras, en tu mirada pícara... sabía que algo tramabas.

En apenas 5 minutos, mi cuerpo estaba sentado sobre la tumbona, con el respaldo inclinado. Mi torso estaba desnudo, expuesto a tu mirada. Mis brazos extendidos hacia arriba, sujetos entre sí por las muñecas con un lazo suave que me impedía moverlos libremente. Al mismo tiempo, una cadena unía el lazo y la tumbona. Cuando movía los brazos, podía escuchar la cadena detrás de mi, pero apenas me dejaba algunos centímetros de libertad.

Te agachaste y desabrochaste mi pantalón. Primero el cinturón, seguido por el botón y, después, la cremallera. Lo hiciste lentamente, consciente de que estaba mirando tu altruista escote. Me miraste y me sonreíste cuando la cremallera llegó al final del camino. Mordí mi labio. Sabías que me gustaba. Bajaste mi pantalón y te deshiciste de él. Te gustaba verme en ropa interior. Llevaba un boxer elegante, blanco y negro que no disimulaba mucho el interior. Pero había algo que te gustaba aún más y era ver mi sexo directamente, sin disimulos, sin barreras a ninguno de tus sentidos. Tiraste de la tela elástica y descubriste mi carne a medio excitar.

- ¿Y tú?, ¿no te quitas nada?
- Ten paciencia


Te alejaste, directa hacia el equipo de música que había en el escritorio. Presionaste el botón de reproducir y una música animada comenzó a sonar. Tu trasero comenzó a moverse para mi. El resto de tu cuerpo lo siguió y empezaste a bailar, primero como un contoneo suave, pero poco tardaste en animar los movimientos. Te diste la vuelta y empecé a volverme loco mientras te miraba. Tu cabello largo se movía de un lado hacia el otro de tu cabeza. Cerrabas y abrías los ojos sintiendo la melodía. Tus brazos se elevaban y dejaban ver claramente tu escultural cuerpo cubierto por un vestido ligero, no ceñido, cuyas telas formaban ondulaciones sobre tu cuerpo que se movían contigo e insinuaban tus curvas.

Tus pies sobre los tacones empezaron a traer tu cuerpo hacia mi. Levantabas la falda del vestido disimuladamente... y la volvías a dejar caer. Te dabas la vuelta y seguías bailando, consciente de que mi mirada estaba clavada en ti y mi corazón estaba acelerado. Te giraste de nuevo y me miraste. Sonreíste y cogiste el vestido por tu pecho, tirando hacia arriba y de nuevo dejándolo donde estaba. Mi sexo, que yacía entre mis piernas triste hace unos momentos, empezó a alegrarse y a subir como una serpiente frente al encantador. Sentí un bombeo de sangre y mi polla dio una subida. Otro bombeo y volvió a subir un poco más. No estaba erecta, pero no se caía.

Fue entonces cuando llegaste a mi. Llevaste tu mano directamente a ella y la aplastaste contra mi abdomen.

- ¿Qué vamos a hacer con esto? - me preguntaste mientras te acercabas a mi cara.

Entonces deslizaste la mano hacia abajo, a lo largo de la tranca hasta sujetar mis rapados y suaves huevos. Los amasaste un poco y me cortaste la respiración. Mi pelvis se movía involuntariamente y yo no podía pensar mucho. Pasaste la pierna sobre la tumbona y ahí de pie, como una diosa sobre su adorador, deslizaste el vestido suavemente sobre tu piel hasta hacerlo pasar completamente por encima de tu cabeza. Tus piernas, tu tanga, tu cintura, tus pechos desnudos... todo tu tentador cuerpo estaba frente a mi sin tocarme y quería lanzarme a por él. Pero la cadena sonó y el lazo me impidió alzar mis manos hacia ti. Me retorcí impotente mientras agachabas tu cuerpo en un alarde de flexibilidad y besaste mi pecho mientras tus piernas seguían rectas sobre los tacones.

- Mmmmmm, suéltame nena.

Me sonreíste y me giraste la cabeza de un lado a otro. Aún no, pero yo ya estaba nervioso y deseoso. La música seguía sonando y con ella te alejaste sin salir de mi rango de visión. Me diste la espalda y te agachaste de nuevo con tus esbeltas piernas sin doblar. Tu hermoso tanga ornamentado bajó por tus glúteos, muslos y gemelos. Veía un ligero brillo en tu vulva y pensé en lo bien que estaría yo ahí dentro. Bajaste de tus tacones y te acercaste agresiva hacia mi. Te subiste a la tumbona y te pusiste a horcajadas sobre mi. Te sentaste sobre mi polla, aplastándola entre tu coño y mi abdomen y empezaste a moverte de arriba hacia abajo, pajeándome con tu raja mojada. Me pusiste el tanga recién quitado en la cara y estuve obligado a aspirar tu olor, aroma de zorra cachonda. Me estaba volviendo loco.

Te diste la vuelta y, en la misma postura, continuaste con la masturbación. Esta vez veía cómo tu increíble trasero se acercaba y se alejaba de mi vista en el movimiento. Deseaba cogerlo, agarrarlo y apretarlo. Lo quería para mi. Quería cogerte por la cintura, clavarte la polla y hacerte gemir. Pero algo me decía que hoy no sería así. Seguramente era la cadenita, que sonaba con cada movimiento, cada vez que me retorcía de puro deseo.

Te levantaste y, esta vez a cuatro patas, anduviste hacia mi como una gata hambrienta. Besaste mis labios, mi cuello. Bajaste a mi pecho, a mi vientre. Seguiste bajando, rodeando el miembro que se sostenía por su propia fuerza. Tus labios y tu boca estaban sobre mis huevos. Jugabas con ellos a placer y los escalofríos unidos a movimientos involuntarios eran inevitables. Me mirabas por detrás de mi polla, mientras subías por el tronco de la misma, utilizando tu lengua conmigo. Llegaste al glande y besaste la enrojecida punta brillante. El falo desapareció poco a poco entre tus fauces felinas y una sensación de calor e inmenso placer se apropiaron de mi cuerpo.

Estuviste un largo rato subiendo y bajando. A veces te quedabas arriba, jugando conmigo. A veces te quedabas abajo y pensé que te ahogabas. A veces te ponías de lado y veía cómo te entraba toda mi carne en la boquita, para después sentir tu mirada clavada en mi cuando me la comías de canto. Tu mirada satisfecha de verme en trance, en otro mundo fuera de la realidad disfrutando por ti. Tu mano sujetaba la base de mi rabo y tu boca lo llenaba de saliva y caliente placer. Te balanceabas sobre mi para que tus pechos golpearan mi polla, que rebotaba y de nuevo volvía a estar firme. Después eras tú misma la que azotaba tus tetas o tus labios usando mi polla como castigador. Después volvías a devorarla, insaciable.

- Joder, me quiero correr, mmmmm.
- Todavía no.


Soporté las ganas. No sé cómo, pero lo hice. Sus manos extendía la saliva por mi polla y mi vientre. La saliva se mezclaba con líquido preseminal que visiblemente emergía por mi agujero.

- Me encanta tenerte así de duro para mi.
- Y a mi que seas tan zorrita y tan chupapollas.
- ¿Qué me has llamado?
- Chupapollas.


Su mano bajó hasta la base del falo y su boca trabajó rápidamente sobre el venoso miembro. La lengua era una máquina de lamer. Mi respiración estaba entrecortada y mis quejidos eran inevitables. No podía aguantar más.

- Me voy, me voy a...

Sacó mi polla de su boca justo cuando el semen comenzó a brotar de ella. Apuntó mi arma hacia mi y los chorros blancos y espesos cayeron sobre mi pecho y vientre, llenándome con mi propia sustancia mientras ella no dejaba de observar esa fuente de leche que aún sujetaba y frotaba fuerte entre las manos. Su mirada era la de una niña divertida, traviesa e ilusionada. Complacida. Apretó la base de mi polla y subió la mano lentamente, de forma que no quedara nada dentro. Besó y lamió esas últimas gotas, para después lamer mi cuerpo cubierto de semen caliente y blanco. Me restregó el semen con las manos y después restregó todo su cuerpo contra el mio, bañándose en él, besándome con sus labios aún sucios de placer.

Me lo había hecho pasar muy mal, pero deseaba que lo repitiera todas las veces que quisiera.

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7 comentarios:

Maya dijo...

morbazo !!!! x)_

cherrybun_ dijo...

mmm me gusta eso de mirar y no poder tokar :P

Syd dijo...

Ufff, y como no querer repetir despues de eso? vaya tortura mas apetecible.

Que bueno que estas de regreso, estos relatos siempre se neecsitan.

Un abrazo!

Adis dijo...

Me encanto, porque me gustan esos juegos, me encanta hacer sufrir jejeje

besos

Adis

N. dijo...

Maya: me alegro de que te haya provocado morbo, es lo que buscaba ^^

cherry: Yo creo que es algo que nos gusta a todos, aunque al final tenemos que tocar y tocar :p

calvin e susie: muchas gracias por pasaros, me pareció un blog interesante el vuestro :D

Syd y Adis: Muchas gracias por pasaros, incluso por acordaros de mi cuando estaba indispuesto. Ahora vuelvo a tener tiempo y puedo dedicarlo a esta sana afición :D Me alegra que os haya gustado el relato y espero que lo practiquéis si no lo habéis hecho ya ;)

***© BaBy*** dijo...

No te lo ha hecho pasar mal, te lo ha hecho pasar de vicio.

Una de mis muchas debilidades es tener a mi chico atado, tortuandole divinamente, ver como su miembro crece y crece, que se muera de ganas.

que se corra sin apenas un roce de mi piel.

Se que luego mi tortura sera la suya en mi cuerpo.

Me gusto si, señor ,aunque yo te haria alguna diablura mas

Un besito cálido.

Nikita dijo...

mmmmmmmmmmm!!!!
que lo pasaste mal??? menudo party privado te montó.
Morboso, delicioso

Besitos