27 septiembre, 2010

Un viaje movido (1)

Él no era taxista. M. iba conduciendo por la autovía a velocidades legales, carreteras bien asfaltadas y seguras. Había algunos camiones en el camino pero no importaba, no había prisa para llegar a ningún lado, pues allí íbamos realmente. Atento a los retrovisores observaba cómo otros coches lo adelantaban por el carril izquierdo. Al mismo tiempo, por el espejo interior podía vernos sentados en el asiento de atrás. N. estaba comiéndome el cuello palpando mi pantalón mientras yo amasaba sus generosos pechos, empalmadísimo ya debido al morbo de la situación. Me encantaba estar cumpliendo una de las fantasías que los 3 teníamos. Ante la atenta mirada de M., más atenta en las rectas, su chica, N., bajaba la cremallera de mi pantalón mientras yo devoraba ahora su cuello.

Raaaac, sonó el crujido metálico de la cremallera. El botón salió de la presión y el enorme bulto alargado apareció detallado bajo el pantalón. N. me miró con mirada de ilusión y sonrisa depravada para después centrar toda su atención bajo mi ropa interior. Levanté mi culo del asiento y bajé el pantalón para estar más cómodo. Hice lo mismo con el calzoncillo pero no resultó tan fácil cuando se enganchó la tela elástica en la polla. N. me ayudó agarrando el creciente miembro sacándolo de su escondite. Comenzó a besarlo, a probarlo como si fuera un caramelo. Cogió los testículos con fuerza y estiró la piel para metérsela en la boca. Podía ver su cara de cachonda por debajo de mi polla mientras me estremecía de placer mientras M. nos llevaba en círculos a ninguna parte y tenía ojos y oídos atentos a lo que pasaba en el asiento trasero de su coche.

Mis manos no podían estar quietas. Cogí su cabello liso, suave, para acompañar el movimiento que me hacía disfrutar con cada pasada. Con la otra mano fui tirando del vestido hacia arriba, un vestido precioso, muy sexy y con muy poca tela. Fui deslizándolo hacia arriba dejando al desnudo sus piernas, su culo, espalda... Lo pasé por encima de sus tetas e interrumpí su atento trabajo para desnudarla completamente. No llevaba ropa interior, sólo su piel que no me cansaba de manosear, especialmente sus tetas, tenía los pezones muy duros y estaba seguro de que el asiento estaba manchado ya. Era una chica muy morbosa y estaba pensando en su novio, mirándonos, y en los coches que nos pasaban.

-Pfff, qué zorra es- dijo M.

-Me encanta tu pequeña chupapollas- dije asintiendo pero sin poder borrárseme la cara y la sonrisa de cabrón satisfecho.

Volví a sentarla contra el respaldo y comencé a comerle las tetas. Mojé mis dedos y palpé su coño afeitado y suave. Estaba empapada la muy zorra y apenas le había metido mano todavía. Froté su clítoris por fuera y sus labios un poco más abajo. Me encantaba sentir su coño carnoso y caliente en mi mano. Metí mis dedos dentro de ella y parecía un horno. No era capaz de soltar mi polla y seguía masturbándome con la mano llena de fluidos mientras yo trabajaba sus pezones excitados y sus tetas perfectas...

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1 comentario:

Ninfaviciosa dijo...

Hola, ¿sabes quién soy?
Sí, soy yo...
la pequeña chupapollas de tu relato ;)
No puedo esperar a la continuación!
Un beso :*